Anécdotas del Viaje

Para cerrar los post del viaje, acá menciono algunos cosas sobre Bali y dos anécdotas.

Religión: es muy importante y practicada por la gran mayoría de la gente. Más del 90% es Hindú Balinés. Dos veces por día la gente pone “ofrendas” que son siempre dobles: una en una parte alta para los buenos espíritus, y otra en el piso para ahuyentar a los malos espíritus. Seguridad: Se puede caminar sin problemas por la calle, sin riesgo a que te roben la cartera.

La gente: es muy amable y casi siempre te sonríe y saluda.

El regateo: como turista, cuando vas a comprar algo tenés que estar preparado para regatear. Lo que pude experimentar, especialmente en el mercado cuando comprás artesanías, es que el primer precio que te dan es aproximadamente tres veces más que el precio real. Para ello, apenas le decís que te parece caro te alcanzan una calculadora y te piden que les escribas cuando querés pagar vos, y ahí empieza el regateo. Se ve pobreza pero no es miseria, o por lo menos no donde estuvimos nosotros que es la parte más turística.

Es impresionante la cantidad de motos que hay, muchas más que autos. Ahora van dos anécdotas:
La primera es antes del viaje, Clarita estaba un poco triste porque nos íbamos sin ella, entonces Vivi le dijo que cuando nos extrañara tenía que cerrar los ojitos y apretar fuerte la mano… en ese mismo momento Vivi iba a hacer lo mismo desde Bali, agarrando su manito. Clara entonces cambió su carita de tristeza por una de incredibilidad y preguntó como podía pasar eso. Vivi le explicó que ella iba a “sentir” que Clarita la extrañaba, a lo cual Clara dijo: “Que raro, a mi nunca me pasó eso…” y Juan que también estaba escuchando acotó: “A mi mucho menos” (los chicos ya no vienen como antes).

La segunda anécdota sucedió en el viaje, durante la visita al Templo Luhur Ulu Watu, donde hay muchos monos. En la entrada hay un cartel grande que te dice que no uses collares ni aros porque los monos te los pueden arrancar.
Vivi se sacó sus “joyas” pero nos olvidamos de los anteojos. Quince minutos después, cuando estábamos con un grupo grande de turistas, un mono le arrancó de un manotazo los anteojos y se subió a un muro y se sentó a “negociar”… (no saben el grito que pegó Vivi…) Tratamos de tentarlo con unos pedazos de melón, y bananas pero no funcionó, entonces alguien le pasó un mango, y ahí si nos devolvió los anteojos. La foto es antes del hecho cuando todavía éramos amigos.